miércoles, 25 de febrero de 2009

CRÍTICA D'AMORE E TORMENTI - REVISTA CD COMPACT (Febrero 09)


No me cansaré de repetir que España ha alumbrado recientemente una prodigiosa generación de cantantes especializados en el repertorio barroco, la mayoría de ellos situados en la treintena, año más, año menos. La punta de lanza de esta formidable plétora la constituyen, a mi modo de ver, tres sopranos: Núria Rial, María Espada y Raquel Andueza. Sin el aparato mediático que ha encumbrado, en no pocas ocasiones sin merecerlo, a algunas divas foráneas (sobre todo, francesas), Rial, Espada y Andueza están hoy entre las mejores cantantes del mundo (al menos, lo que a la interpretación historicista respecta) y no porque lo diga yo, sino porque lo dicen sus agendas.
Si no me equivoco, éste es el segundo registro en solitario de Andueza, después del que grabara para Naxos, junto al arpista Manuel Vilas, con tonos humanos de Sebastián Durón. Esta vez la acompaña el tiorbista Jesús Fernández Baena, con el que forma dúo estable desde hace algún tiempo. La soprano navarara ha escogido una florida selección de arias de amor del Seicento italiano, compuestas a paratir de la tercera década del siglo. Son piezas debidas a Claudio Monteverdi (1567-1643), Tarquinio Merula (1594-1665), Stefano Landi (1587-1639), Maurizio Cazzati (1620-1677), Benedetto Ferrari (1603-1681) y Barbara Strozzi (1619-1664). Se incluyen, además, dos piezas instrumentales, una chacoa de Alessandro Piccinini (1566-c. 1638) y una toccata de Giovanni Girolamo Kapsberger (c. 1580-1651), las cuales Fernández Baena, habitual componente de Al Ayre Español y de El Concierto Español, entre otros grupos, tañe con un gusto extraordinario.
La gran virutd de este disco es que llega a lo más hondo del corazón, por la paz espiritual que transmite. Quienes nos dedicamos a la crítica tenemos la suerte (o la desgracia, según se mire) de escuchar muchos discos, lo que no nos permite emplear el tiempo que quisiéramos en los que verdaderamente nos gustan. Les puedo garantizar que éste lo estuve escuchando durante cinco días seguidos sin parar y sin tener la más mínima gana de escuchar otra cosa que pudiera distraer un ápice mi atención. Tal era mi grado de embelesamiento, que no ha disminuido para nada, pues en cuanto tengo la más mínima ocasión me vuelvo a poner con él. Contiene dos de las más hermosas obras compuestas por músicos alguno, el Folle è ben che si crede, de Merula con el que se inicia el compacto, y Si dolce è il tormento, de Monteverdi, con el que se cierra. He escuchado infinidad de versiones de ambas y jamás me habían calado tanto (bueno, he de reconocer que hay un Folle è ben de Núria Rial que circula por ahí que también es capaz de hacer resucitar a un muerto). Pero es que el resto de las arias que se incluyen no le van a la zaga en cuanto a belleza.
Pocas veces he escuchado un programa compuesto por piezas tan arrebatadoras y pocas veces las he escuchado tan bien interpretadas como ahora. Estamos ante un disco de ésos que reclaman un lugar de privilegio en nuestra discoteca, un lugar de fácil acceso para poder escucharlo cuando nos querramos aislar del mundo que nos rodea. Por si fuera poco, el envoltorio es realmente soberbio, no sólo por lo documentado de las notas, sino también por el detalle, siempre de agradecer, de que se traduzca al español las arias.

Eduardo Torrico

domingo, 1 de febrero de 2009